Oler o leer



Y en un frasco, estaba su pasado, sólo para ser olido. O: leído, digo, porque lo que quedaba en él era su mayor poema, el que justificó a toda una Nación, veinte años encerrado, herméticamente preservado de los ojos de rapiña del Diablo del Lector.


Es, como hubiera dicho, y lo dijo, un francés, el Olor del Texto. Así, enfrasquecido, desasido de la policía hermenéutica, era sólo olor, olor para no ser leído, olor dolorido, olorherido, para la Vuelta de la que siempre estaba volviendo, a irse,

de aire, y de memoria.

(- Me moría.) y se aireaba.

Venidera verital
Y fugitante


Era lo que se dice una forma evidente de hermetismo de un poeta evidentemente hermético, o sea inédito. Oler. Oleer. Oler o leer.

El Lector es el Diablo…y la Crítica el Infierno, infirió.

Y olía o leía, se leía. Se olía. Y liaba los olores de leyenda, los leía, la liaba, y yacía. Se paraba, se sentaba, se acostaba, y leía y olía. Estaba.

- Pero cómo, alguien preguntó, ese olor a bizcochos rancios puede ser la mancia en acto de un pasado único. ¿O es que si palpaba al papel, de tanto en tanto, con los ojos de toda la piel, lo leía?

¿O era, como malas lenguas dijeron o dijieron, el experimento de una resurección espontánea, de resurrección por generación espontánea? Como si Eya fuera a salir, intacta, de una lata de galletas, como hubo desaparecido una ecuyere…



Y el cadáver nacional de un imperio que no fue apestaba en un lugar imposible, en un punto, pensable, pero desconocible de todo huelo, irrespirable.

Y res pirable
Es

La
Ilusión
De lo pasado.




TESTIMONIO:


- Si olía o leía no lo sé; pero era de memoria. Cuando el papel se gastó, ya se sabía el poema de memoria, y ahí lo dio a conocer, ya desaparecido, desintegrado de toqueteos, habiendo constatado que no resultó el experimento de resurrección corporal, salvo de memoria, quedando todo de memoria, probó con publicar.