[este estaba en el botiquín del baño]



Velocista nace no se hace, me dijo. Observó un lunar sobre mi boca –respiraba por ósmosis– y desapareció. Años después alguien me hizo notar que su sombra dibujaba siempre la silueta del morboso E. A. Poe.

Siempre hacía énfasis en la urgente necesidad de un entrenamiento anaeróbico lactácido, pero nunca explicaba el porqué, y solía proferir esa máxima en cualquier sitio, sin preocuparse por distinguir a su interlocutor, y en las circunstancias más imprevisibles.



El Stripper-Filosófico (error de título)


Inútil que me hablara de los “Músculos unipennados”, siempre citados con mayúscula (¿será pertinente poner “con Mayúscula”). Era un fan empedernido del objeto de discurso “Músculos unipennados”. Con todo, yo no podía sino escucharlos como “músculos unipennados”, siempre pero siempre siempre. “Habría que leer a Artaud como a un pedante no como a un pobre loco”. “La vida, esto es, el teatro de la crueldad”. “Músculos unipennados”. Esas eran algunas de sus frases repetidas, de sus eslóganes y reflexiones radiales nocturnas. En cualquier momento se despachaba con reflexiones radiales nocturnas; poco le importaba que fuera o no de noche o que estuviera o no, o bien estuviera, en radio (había tenido un programa de radio donde contaba chistes y hablaba de epistemología bayelardiana o algo así) (Sí). Era incurable, “chapuceaba en lo incurable” nos decíamos con unos amigos de los que quizá luego hable. ¡Qué personaje! Visto desde hoy se lo ve así. Visto desde ayer era una estatua semoviente, era la Piedra que Piensa Pero de Plástico (Humano). Velocista nace.
Yo creí que esa frase era de los Evangelios.



En su perseverancia en convertir lo obvio en extraordinario, mejor dicho, en ser un extraordinario de lo obvio, ñññññññññññññññ,"invertía el orden de las razones” como decía mi abuela, o ejercía, como un infeliz cualquiera, el viejo arte de la paradoja. Explicaba, por ejem, por ejem, por ejemplo, que iba desde adolescente al gimnasio “No para provocar el deseo en las mujeres, no para provocar miedo en los varones”. A ese tipo de cosas, no diré que nos tenía acostumbrado, pero diré al menos, que nos las esperábamos. A esas cosas. La vida, esto es, el teatro de la crueldad, Músculos unipennados.