Elementos de Filosofía Gorda
Ubú en el Reino de Mendiolaza:

Elementos Manuales de Filosofía Gorda


No siempre se puede cojer
cuando se quiere con quien
– o quienes – se quiere.
De este hecho originario,
nace la filosofía.



Bajo el cobijo de su panza, el Gordo vivía, a tinto y asado. Todas las noches. Y cuando terminaba el segundo totín, rigurosamente, pelaba el revólver. El eterno retorno.

Lo sopesaba. Contaba sus anécdotas en compañía del bufoso y a su amparo. Proezas de la amenaza. Del polvo al polvo: lo inminente. “La vida es lo que le acontece a otro cuando estás armado. Berp.”
Berp para creer.

El Gordo había sido cafiyo en Holanda, traficante de peletería en Bélgica y España, pasante transatlántico de merca del Nuevo Murdo al Vetusto.
Y, por todos los cielos, inclaudicablemente filósofo. Así las cosas. Así fueron, o son.

Filósofo medularmente ágrafo, no ha dejado obra salvo en la cabeza atorada y proverbial de nosotros quienes supimos ser sus albaceas, un reducido hato de “forajidos y facinerosos del silogismo” (Carlos Saúl Ingle Ob Sit), de “¡energúmenos e inadaptados de la normalidad filosófica nacional!” (P. Paratore Parentti Infra Passim del Sobar Sic) quienes, por una circunstancia no aclarada (el hombre es su circunstancia: o: algo por él: estilo), huimos con la mano entre las fachas al Viejo Incontinente (metonimia de “Mendiolaza, Reino de”) en un camino de regreso al exilio de donde nunca habíamos salido pues no llovía.

Antes habíamos sido profesores, putos, putos reventados, preventistas de “Soda SOCIAL”, operadores de prensa del Frente Santiago Papillón, cómicos de radio comunitaria, lavaplatos en el Club Social No Deportivo Protestantes del Útero, aguateros suplentes vitalicios, mujer barbuda con pito, trapecistas del arte, investigadores de segunda del CONICET, ateos (a los dos años de la cansada carrera de la edad), faloperos contrafalogocentristas, cuentapropistas póstumos, bateristas mancos de hi hop, vicepresidentes renunciantes, golpeadores de la mujer del prójimo, pederastas sin sotanas traductores de Gombrowicz al uruguayo, otros, fetos, no-dios, el Facha Martel en bata al mediodía, etcétera, y, de cuando en vez, etcétera.

El Destino, que es un carro que tira como un pelo de pelvis de buey solo, nos condujo por su embudo al Reino del Hotro Murdo de Mendiolaza, y a su Majestad Chancha por Todo-Concepto y en concepto de tal, para cual. Si, si.
Al Encuentro de la Filosofía Gorda. Fiel emisaria de Este Murdo a Este Hotro Murdo.




- ¿Cuál?

- ¡¡¡¡Éste!!!!


(deícticos, aplausos, telón)



A un alumno hay que cagarlo a trompadas para que aprenda, amenazarlo de muerte incluso. No llegaría nunca a cojerlo de todos modos, no soy Sócrates. No somos hoy tan extremistas como los griegos.